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sábado, 10 de diciembre de 2011

Inspirarnos en los grandes

  Aprender de aquellos que dieron (o dan) ejemplo, subirnos a los hombros de esos “gigantes” y vislumbrar el horizonte que hay más allá del espacio limitado que habitamos, saber de hombres y mujeres que lucharon –algunos duramente- en diferentes campos y momentos de la historia para que todos tuviéramos una vida más digna y fuéramos un poquito más humanos, escuchar sus valiosos mensajes, sentir y emocionarnos con ellos a través de los testimonios que nos han dejado en sus libros, en sus películas, en sus canciones, en sus obras, etc. aparte de ser una excelente manera de crecer y enriquecernos como personas, puede constituir también un antidepresivo natural más potente que el Prozac y otros sucedáneos.

  Podría, a modo de ejemplo –y podríais vosotros/as - citar muchos personajes, aportaciones valiosas desde la literatura, el arte, la psicología, la ciencia, la política, etc. pero… hoy un amigo me ha recordado algo muy especial: el discurso de Chaplin en la película “El gran dictador”, un discurso lleno de esperanza y que, pese al paso de los años –más de 70-, sigue conservando toda su frescura y vigencia, y quiero compartirlo con todos vosotros/as. Para los muchos/as que ya habéis visto la película, espero que os vuelva a emocionar, tanto o más que la primera vez, como me ha ocurrido a mí. Y para los que no hayáis visto la película todavía… dejaros sorprender por favor e impregnar de su profunda humanidad.


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