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lunes, 9 de abril de 2012

¿Demasiadas opciones para ser felices?

Barry Schwartz en su libro “Por qué más es menos”, cuestiona la idea de que la superabundancia de alternativas (frente a cualquier cosa que queramos comprar o hacer) propia de los países “ricos” nos aporte mayor felicidad. Parece evidente, nos dice, que si poder elegir es bueno, entonces tener más opciones será mejor. Pero, ¿podría no ser esa libertad de elección tan fantástica como se cree?.

Según el autor, y personalmente estoy de acuerdo con él, demasiadas alternativas pueden influir negativamente en nuestra felicidad. Y ello sería así por varios motivos:

-     Aumenta nuestro nivel de responsabilidad.

-     Las decisiones exigen más esfuerzo, nos generan más dudas (que nos pueden crear mucho estrés o, incluso, paralizar). Y, a pesar de todo, no garantizan una mejor elección pues, a menudo, no somos capaces de valorar adecuadamente todas las variables que intervienen (entre otras cosas porque no somos expertos en todo, puede haber mucha información que desconozcamos, nos podemos dejar manipular por mensajes engañosos, podemos interpretar mal algunos datos, nos puede faltar experiencia en el tema, etc. etc.) lo cual es especialmente cierto en las decisiones más complejas.

-     Cada elección que hacemos cierra otras muchas puertas que nos gustaría dejar abiertas. Si nos ”equivocamos”, sentimos que perderemos mucho. Y podemos equivocarnos más, indudablemente, al tener más opciones.

-     Una vez hemos elegido algo, aunque la elección sea razonablemente buena o, incluso, la “mejor posible” (si realmente pudiera sacarse esta conclusión alguna vez), podemos quedarnos insatisfechos pensando que podríamos obtener (o haber obtenido) algo mejor lo cual, ciertamente, no nos genera satisfacción ni nos deja disfrutar de lo que tenemos, como tampoco nos impulsa a trabajar para “reparar” lo que no funciona o mejorar lo que sería mejorable.

-     Algunos investigadores de ciencias sociales dicen que una de las consecuencias de dejar opciones abiertas es que la gente está menos satisfecha con sus decisiones. Por el contrario, si una  decisión es irreversible, nos obligamos a nosotros mismos a sentirnos mejor con la elección que hemos hecho.

Conclusiones:     a) contrariamente a lo que muchos de nosotros creemos (o nos han hecho creer), más puede ser menos en algunos casos,     b) Lo “suficientemente bueno” es “suficientemente bueno” y quizás con eso podemos ser felices si nos lo proponemos. Lo (supuestamente) mejor quizás no sea tan bueno o, simplemente, no lo necesitamos. Entonces, ¿para qué estresarnos tanto?

Como nota humorística, Barry Schwartz plantea la paradoja de poder elegir (en EE UU) entre un millar de variedades de zumo de naranja, pero sólo entre dos candidatos presidenciales.

Si quieres saber más, puedes leer el libro (en bibliotecas únicamente pues está descatalogado) o ver una entrevista que Schwartz concedió hace unos años en http://www.ilustrae.com/ilustrae/2009/04/entrevista-con-barry-schwartz-autor-de-paradox-of-choice-.html La entrevista está en inglés, pero está traducida al español en esta misma página (no en el vídeo sino más abajo en el espacio de los comentarios)
 

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