Hay una visión individualista/ prepotente que valora
mucho la “libertad” (o un determinado concepto de libertad), muy vinculado a teorías, lemas (recordar el famoso
“yes, you can”) y libros de moda (El secreto, por ejemplo) y que básicamente
supone que cada uno de nosotros es “totalmente” responsable de su propio
bienestar (psicológico y físico) y que tiene todo el derecho a buscarlo. En mi
opinión, aplicado con mesura es positivo ya que estimula la superación
individual, pero entendido demasiado al pie de la letra es un modelo de
omnipotencia y de exaltación de la propia persona, que no quiere aceptar el
dolor ni las cosas imperfectas ni las limitaciones naturales y que supone,
entre otras cosas, que el bienestar colectivo se autorregulará por sí solo si
cada uno de nosotros busca lo mejor para sí mismo, lo cual es verdad hasta cierto
punto pues cuando el contexto ambiental aplasta al individuo, difícilmente podrá
éste conseguir grandes cotas de felicidad personal o necesitará un esfuerzo titánico
para ello. Y ahí quisiera mostrar un cierto paralelismo con la idea de capitalismo salvaje en que
se supone que ha de primar la libertad de mercado, la iniciativa individual,
etc., por encima de la justicia y el bien social, ya que de esta manera se
autorregula el mercado de una forma “saludable” y “democrática” (aprovecho para
comentar que creo que la palabra “democracia” es una de las palabras que más se
ha ensuciado en los últimos tiempos)
Frente a esta visión/ manera de hacer las cosas,
podríamos anteponer una visión más “humanista/ ecológica” en que quizás no se
busque tanto la exaltación del bienestar individual y, por el contrario, se
persiga más la búsqueda de sentido y del bienestar colectivo/ global. El nivel
de bienestar colectivo también aumentará el nivel de bienestar individual y lo
hará más estable y, evidentemente, se creará un sistema más justo y solidario.
Este modelo asimismo supondría que, a veces, también se le otorgue sentido a
sacrificarse para otra persona, grupo de personas, o causa en la que se crea
siempre que sacrificarse no suponga “autoinmolarse” o “autodestruirse”, es
decir, poniendo límites razonables. En otras palabras, la búsqueda del bienestar
individual no ha de estar reñida con la búsqueda del bienestar colectivo, y
viceversa, sino que ambas se han de complementar y equilibrar. Y la conciencia de nuestros límites no ha de estar tampoco reñida con el sano deseo de superación personal.En este blog, procuraremos aportar pequeñas reflexiones y sugerencias útiles en el campo de la autoayuda y el crecimiento personal, en un formato sencillo y claro, evitando largas disertaciones y basándonos en ideas provenientes de diversos autores: psicólogos, escritores, filósofos, etc. o/y en vivencias u opiniones personales. Cualquier opinión o comentario de nuestros lectores será bienvenido. ESTE BLOG SE ENCUENTRA AHORA en https://elblogdejoseplanas.wordpress.com/
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viernes, 29 de junio de 2012
lunes, 25 de junio de 2012
¿Podemos cambiar?
En un primer momento, me siento tentado a decir “sí, por
supuesto”. Pero si me paro a pensar, veo que la respuesta no es tan sencilla y
que exige algunas matizaciones:
1-
Depende de lo que pretendamos
cambiar. Hay cosas que se pueden cambiar y otras que no. Hay cosas que se
pueden cambiar hasta cierto punto pero no del todo, etc. Por ejemplo, no puedo
cambiar el color de mis ojos ni la altura que mido. Tampoco, si soy
introvertido puedo convertirme en una persona extrovertida, o viceversa. En
otras palabras, no puedo cambiar el núcleo de mi personalidad. Ni hace falta
que lo haga, pues cada uno de nosotros está “completo” en su esencia. El buey
no tiene que convertirse en caballo, la rosa no ha de convertirse en amapola,
yo no he de ser tú, ni tú has de ser yo. Cada cosa, cada persona tiene su lugar
y su función en el mundo. Pero… sí puedo cambiar (o mejorar) muchas de las
actitudes, creencias, formas de comportarme, etc. que he ido adquiriendo a lo
largo del tiempo y que decido que no me hacen bien. Todo lo que se aprende se
puede desaprender, al menos hasta cierto punto, quizás no del todo a veces, es
cierto. Si, por ejemplo, uno de mis “defectos” es que soy demasiado
perfeccionista, quizás nunca llegue a ser un “pasota” (ni debo serlo) pero
puedo “equilibrar” esta forma de ser, relajarme, exigir y exigirme menos, al
menos en cosas que no son tan importantes. Y lo mismo podemos decir de
cualquier otra característica personal. Además, cada rasgo o característica
tiene su lado positivo y su lado negativo, y no se trata tanto de “anularlo”
como de hacer crecer la parte positiva e inhibir, en lo posible, la negativa.
Es como cultivar un jardín: riego las flores y podo las malas hierbas. Pero,
¿qué pasa si sufro una depresión, tengo una fobia, etc.? ¿puedo cambiar esto? Y
si lo cambio, ¿no volveré a tener recaídas? Bien, digamos que, en el mejor de
los casos, puedo superar totalmente esta patología y, en el peor, puedo no
superarlo al 100 % o/y sufrir algunas recaídas (por ejemplo, en momentos de mi
vida en que sufra un estrés importante) pero como mínimo tendré, si sigo los
pasos apropiados, muchos más recursos que antes para afrontar el problema
cuando se presente y, con toda probabilidad, se presentará con mucha menos
frecuencia e intensidad. Traducido a otro contexto, si por ejemplo, me rompo
una pierna puedo curar el hueso roto y volver a andar, aunque en algunos casos
pueda quedarme alguna secuela. A veces, hay tendencias de nuestra personalidad
que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, pero al menos hemos de y podemos
aspirar a una sensible mejoría. De no ser esto posible, la psicoterapia no
tendría razón de ser, sería un fraude.
2-
Para cambiar se han de dar algunas
condiciones: a) que quiera realmente
cambiar, b) que utilice los medios o
ayuda adecuados, c) que le dedique
el esfuerzo y tiempo necesarios. Si
falla alguna de estas condiciones, fallará todo el proceso. No es suficiente
con que se dé alguna de ellas, se han de dar todas. Todos quisiéramos
soluciones mágicas, pero en la vida real no las hay. Si antes, has intentado
cambiar algo de ti y no lo has conseguido, antes de concluir que no puedes mira
si ha podido fallar alguna de estas condiciones.
3-
Podemos cambiarnos a nosotros mismos
(hasta un punto razonable, insisto y de acuerdo con lo expresado en los dos
puntos anteriores) pero, la mala noticia (o buena, según se mire), es que no
podemos cambiar a los demás (si ellos no quieren o no colaboran en el proceso):
a lo sumo podemos, con nuestro comportamiento, aumentar la probabilidad de un
cambio. Digo esto, porque se da la paradoja de que a veces pensamos justo lo
contrario, y en ello podemos malgastar muchas energías inútilmente. Si los
demás no cambian, hazlo tú y algo se moverá.
“Ah, pero ¿he de cambiar?” “y si lo hago, ¿no
perderé mi esencia?, ¿no dejaré de ser yo?”, imagino que me preguntas a
continuación. Bueno, de esto si te parece hablaremos otro día
miércoles, 20 de junio de 2012
Luchar contra el impulso de controlarlo todo
A menudo (a unas personas más que
a otras, es cierto), nos gustaría controlarlo todo, sentir que no se nos escapa
nada y que, de esta manera, nada malo nos podrá ocurrir, ni a nosotros ni a
nuestros seres queridos. Pero… eso no es posible y con esa actitud, agobiamos a
los demás y nos condenamos a estar siempre desbordados.
Nos conviene:
- Comprender que el mundo es imprevisible y que nosotros no somos
omnipotentes, y que vivir (para bien y para mal) conlleva siempre una cierta
dosis de incertidumbre e inseguridad (lo contrario podría ser también sumamente
aburrido) y que más nos vale aceptarlo y tolerarlo: querer controlar lo
incontrolable, aparte de ser absurdo, sólo nos llevará a la paradoja de un
mayor descontrol.
- Dejar de sobreproteger, de sobreplanificar y/o de querer siempre
anticiparnos a todo tipo de contratiempos.
- Aprender a aceptar los problemas como parte de la vida y verlos como lo que
son: problemas (que hay que solucionar o aprender a convivir con ellos de la
mejor manera posible) pero no como dramas inaceptables.
- En suma, aprender a tolerar la frustración (de lo inevitable), a asir (lo
bueno de la vida, lo que le aporta sentido, lo que nos hace crecer) y a soltar
(lo tóxico, lo que nos hace daño o lo que ya se ha terminado o no podemos asir
por más que nos lo propongamos)
Entradas relacionadas: 1) ¿Preocuparnos u ocuparnos?, ¿cavilar o
reflexionar?, ¿comernos el coco o buscar soluciones? 2) Keledén, una manera más relajada de
vivir la vida
viernes, 15 de junio de 2012
¿Preocuparnos u ocuparnos? ¿cavilar o reflexionar? ¿comernos el coco o actuar?
La preocupación es, en la mayoría
de los casos, una cavilación estéril que no nos conduce a la solución del
problema ni tampoco a sentirnos realmente mejor. Otra cosa diferente es el
análisis reflexivo, el ocuparse de
algo. Podemos confundir ambas cosas pero no son lo mismo.
Cuando nos preocupamos, normalmente:
- Nos centramos en el problema y tendemos a magnificarlo, le damos 1.000
vueltas (normalmente en círculo volviendo una y otra vez a las mismas
conclusiones), etc.
- Tendemos a juzgar o a juzgarnos. Buscamos faltas, errores, culpables…
- Hacemos simplificaciones excesivas, tendemos al blanco/ negro, a la
dramatización…
- Insistimos en conocer el por qué, tendemos al victimismo…
- Tendemos a abordar las situaciones de manera general y global
A diferencia de cuando nos ocupamos de forma responsable y madura
de algo en que:
- Nos centramos en la búsqueda de soluciones, la reparación o la prevención.
- Tendemos a relativizar, a no agrandar el problema, a analizar de forma objetiva
y racional…
- Intentamos comprender en lugar de juzgar,
- Tenemos en cuenta la complejidad, intentamos ver las cosas desde diferentes
ángulos…
- Nos enfocamos más bien en el futuro, miramos hacia adelante en lugar de
hacia atrás, buscamos el “cómo” (¿cómo puedo hacer para mejorar X o para
sentirme mejor?) en lugar del “por qué” (¿por qué me pasa esto?, ¿por qué fulanito/a
no entiende esto o no hace lo otro?, etc.)
- Tendemos a abordar las situaciones paso a paso, y de forma concreta.
martes, 12 de junio de 2012
La actualidad explicada por una niña de 12 años
Los políticos van de aquí para allá haciendo declaraciones que, al poco
tiempo, desmienten. Se están haciendo los “deberes” pero el paro no se detiene
y las noticias que nos llegan son cada vez más alarmantes. Los bancos tienen
pérdidas millonarias y tenemos que rescatarlos. A los parados, al parecer no.
¿Qué está sucediendo realmente en el mundo? Bueno, dejemos que nos lo explique
esta niña canadiense de 12 años en el siguiente enlace (podéis verlo con subtítulos apretando la tecla
CC debajo del vídeo):
Sí, hoy nos salimos un poco de la temática habitual de ese blog, pero creo que el momento que estamos viviendo lo pide a gritos. A veces, mirar a otra parte simplemente no es posible.
jueves, 7 de junio de 2012
No te rindas
A pesar de que las noticias económicas y
políticas no alimentan la esperanza, a pesar de que a veces no vemos horizontes
y nos sentimos abrumados, a pesar de que sabemos que a veces la vida es un duro
esfuerzo, a pesar de eso y quizá por eso, no te rindas… Yo te pido que por un instante, al menos,
olvides tus pesares y te dejes transportar por la magia de las palabras de ese
bello poema de Mario Benedetti, adonde quiera que éstas te lleven, sin miedo a
sentir, sin miedo a la vida…
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