Es un comentario que sale con
frecuencia en mi consulta, y sobre el que quisiera hacer una pequeña reflexión.
Si tienes clara la teoría, pero a la hora de la verdad no consigues ponerla en práctica
es justamente por eso, porque te falta la “práctica”. Es así de sencillo. Si tu
conoces perfectamente el diseño de un coche y su funcionamiento, sólo con esto
¿ya sabes conducir? No, ¿verdad? Y ¿por qué? Pues porque tienes que coger el
coche y practicar. Te pongo otro ejemplo, si tú ya eres plenamente consciente
de que fumar perjudica seriamente la salud, ¿con eso ya te basta para dejar de
fumar? Pues no. Entonces, ¿qué falta? Diseñar un plan o unas estrategias para
dejar de fumar (por ejemplo, utilizar alguno de los métodos que te pueden
ayudar), o bien en este caso, dejarlo sin más y aguantar el “mono”. Pero,
siempre tienes que hacer algo: de forma mágica, no vas a conseguirlo. En otras
palabras, por más clara que tengas la teoría en la mayor parte de casos, no va
a ser suficiente para conseguir un cambio.
Ah, pero volvamos al ejemplo del
tabaco: ¿y si averiguáramos las causas por las que fumas (o por las que haces
cualquier otra cosa)? Bueno, imagina que llegamos a la conclusión de que
empezaste a fumar en la adolescencia, un poco por la presión del grupo de tus
iguales, un poco porque esto era un acto de rebeldía contra tus padres, etc. o
porque tienes una fijación en la etapa oral o por el motivo XY. Ah, ¿entonces
ya dejarás de fumar? Pues… eso… ejem… me parece que no es suficiente tampoco.
Entonces, tanto si tu problema es
que tiendes a ver las cosas de manera muy negativa como que tienes crisis de
ansiedad o alguna fobia (por poner algunos ejemplos), y te has leído muchos
libros de autoayuda y demás, has escuchado miles de consejos bienintencionados,
te has prometido un montón de veces que cambiarías, etc. y has conseguido cero
resultados, ¿qué tienes que hacer? Pues, habrá que diseñar unas estrategias
concretas adecuadas a tu caso particular para que lo puedas superar, para que se
produzca el cambio deseado. Y, acto seguido (y ahí está el quid de la
cuestión), deberás ponerlas en práctica, repetir determinados procedimientos
una y otra vez, lo cual requerirá esfuerzo y constancia y, con toda
probabilidad, hacer cosas que quizás no te apetezca hacer o que, incluso,
inicialmente te provoquen mayor inestabilidad. En otras palabras, práctica, práctica y práctica.
Y te aconsejo que no te fíes de métodos
“milagrosos” que te prometen cambios demasiado rápidos y sin apenas esfuerzo
por tu parte (no se dan duros a cuatro pesetas), ni tampoco que esperes que el
psicólogo/a u otro profesional de la ayuda haga todo el trabajo por ti o tenga
una varita mágica que te dará la clave definitiva de tus problemas.
Por lo que se refiere a los
libros de autoayuda, yo recomiendo su lectura porque te ayudan a ser más
consciente de lo que te pasa y suelen aportar información muy útil, pero los
ejercicios que a veces traen son demasiado “talla única”, a veces no sirven
para un caso concreto, aparte de que los tienes que hacer por libre, sin
supervisión y eso es más complicado. Y lo peor de todo, es que en muchos casos,
ni siquiera intentamos ponerlos en práctica. Con lo cual, los lees, te sientes
mejor pero después todo vuelve a estar como antes.
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