A veces, el drama es personal, sólo
nos involucra a nosotros o a un reducido número de personas: circunstancias de
la vida, momentos amargos que a todos nos toca alguna vez vivir. Con el tiempo
y, con un poco de suerte, salimos reforzados de todo ello, nos volvemos más
sabios, más tolerantes, más humanos. Incluso, tal vez, aquello que un día percibimos
como una desgracia nos damos cuenta, después, de que nos dio energía para conseguir
algo mejor, para ir más lejos, para no acomodarnos. Fue duro pero no tiramos la
toalla y valió la pena. En cualquier caso, el tiempo suele mitigar el dolor de
la pérdida y nos ayuda a encontrar otros horizontes hacia los que caminar, a
tejer nuevos sueños. Y nos sentimos de nuevo formando parte de la vida. De
alguna manera, todos tenemos que resignarnos a lo inevitable, a aquellos azares
de la vida que nadie puede eludir. Pero también tenemos que luchar por aquello
que sí es evitable o por aquello que podemos mejorar.
Otras veces, el drama es colectivo.
Una guerra, una catástrofe natural, una crisis económica… Debemos, entonces,
aunar esfuerzos, ser solidarios, ayudarnos, poner lo mejor de nosotros mismos
para salir de la desgracia, tener coraje. No es momento para la indiferencia,
para la pasividad, para el escepticismo del “¿y para qué, si no vamos a
conseguir nada?”, para la cobardía, para mirar a otro lado, para refugiarnos en
nuestros pequeños mundos personales, etc. Y menos aún, para delegar responsabilidades
en “gurús” o figuras de autoridad que
nos manipulan en provecho de sus propios intereses partidistas, que dicen
y no hacen, que a menudo seducen con palabras vacías y que, como la historia ha
demostrado en repetidas ocasiones, pueden llevar al abismo a todo un pueblo, a
un continente entero.
Pues bien, todos sabemos que en
estos momentos, no hace falta que me extienda en detalles, estamos viviendo una
crisis sin precedentes en la historia de nuestra “democracia” reciente, una
crisis que se está llevando por delante derechos fundamentales que generaciones
precedentes conquistaron con duro esfuerzo. Y que, lo peor de todo, amenaza con
llevarse muchos más. Aunque haya mucha gente indignada, que no se resigna, que
protesta, que lucha… por momentos, parece que no haya salida, que todo esté
perdido.
Pienso que no podemos permanecer
neutrales, que debemos tomar partido. Todos y cada uno de nosotros, sin
excepción. Desde aquí os animo a que cada uno encuentre su forma personal de
contribución, el grano de arena que pueda aportar. Y a quienes os pueda
interesar, quiero informaros a título personal de que ayer sábado un grupo de
personas en Vilassar de Mar nos hemos adherido al Front Cívic de Catalunya,
movimiento de reivindicación que forma parte de una red que pretende abarcar a
toda España. Si queréis más detalles, podéis entrar en http://www.frontcivic.cat/es/ y, a nivel de España,
en http://colectivoprometeo.blogspot.com.es/ de dónde partió la idea.
La noche es oscura, pero como
alguien dijo muy sabiamente “el momento
más oscuro de la noche es justo antes del amanecer”. Entre todos, y cada
uno a su manera y como pueda, tenemos que hacer posible este amanecer. Lo
necesitamos, lo debemos a quienes nos han precedido en esta lucha.